Entrada a Fairy Tail

Recién regresaba de una misión de rango normal, estaba un poco cansada por la cantidad de enfrentamientos que tuve que soportar, pero no era nada que un mago de fairy tail no pudiera superar...a la vez que la fama de nuestro gremio se mantenía, durante la misión accidentalmente destruí uno que otro edificio histórico, por lo cual ahora nuestro maestro tendría que responder por el daño.

Como tarde o Temprano el maestro tendría que enterarse, decidí darle la noticia por mi misma antes de regresar a mi casa, llegue al gremio y al entrar vi las cosas como siempre estaban, en el fondo habían dos personas hablando, una era laxus que hace tiempo no lo veía y el otro era nuestro maestro.

-Hola maestro-dije en un tono cordial y amigable- tengo que decir algo- luego desvié mi mirada a laxus- ah!! si hola laxus...tiempo sin verte.

Una de las paredes del gremio explotó en mil pedazos y de entre aquella humareda polvorienta, una gran figura comenzó a avistarse. La figura de un hombre de considerable tamaño, de cabello anaranjado y con una descuidada barba en su rostro. A su hombro portaba una vieja mochila de viaje.

Aquella forma de entrar en el gremio era de lo más familiar para todos los magos de Fairy Tail....




Llevaba mucho tiempo fuera de "casa". Para alguien común, estar fuera de Fairy Tail tanto tiempo podía suponer motivo de preocupación por parte de sus compañeros. Sin embargo, ya era común en Gildarts Clive que desapareciese cuando menos se lo esperaban todos y llegase meses después, con un sin fin de anécdotas y aventuras que contar a los mas jóvenes del gremio.

Y fueron precisamente estos jóvenes los primeros en recibir a Gildarts, como siempre, tirándole de lso ropajes y gritando su nombre sin parar de armar jaleo. Al entrar, el hombre comprendió porque Fairy Tail siempre sería "aquel lugar al que regresar": Gente bebiendo y riendo. Peleas. Chicas bonitas...

- Podría estar toda una vida fuera de casa si cada bienvenida fuese parecida a esta - dijo con una sonrisa de orgullo en su boca, sin parar de mirar a sus amigos del gremio.

Se acercó hacia una de las mesas vacías, saludando a varios por el camino, estrechando manos y devolviendo abrazos. Al llegar a su asiento, calló en él cansado, poniendo un pie sobre la silla más cercana y suspirando mientras se dejaba caer hacia atrás.

- ¡Mataría por una buena cerveza fresca! - dijo mirando al techo y, segundos después, un chico joven al que no recordaba muy bien le tendió una jarra de cerveza junto a un reluciente vaso de cristal - ¡Vaya, muchas gracias, muchacho! - Gildarts acarició el pelo del chico y se sirvió a si mismo.

El gremio no paraba de lanzarle preguntas y más preguntas. Cualquiera diría que habia vuelto a casa para "descansar"....